lunes, 3 de diciembre de 2012



¿Qué puede o podría ser un blog, por ejemplo? 

Para uno, ahora ya, regresando como quién dice de Venus o Mercurio, que no lo sé, un blog podría ser la escusa transitoria para tener un espacio en el que poder aterrizar un poco y así, sencillamente poder seguir soñando y, de paso, de cuando en cuando engrasar la estilográfica en un café cualquiera para que no se le seque la tinta en sus entrañas, para que no fenezca de inanición.
Aunque la idea, así en genérico (como todos), sería la comunicación.
La idea, pues, es la palabra.  La idea, en cierto sentido y también, y como no podía ser de otro modo, es que ustedes, y/o vosotros, conozcan mi obra pictórica (que se remonta a la tierna juventud primera…, aunque no diré cuanto tiempo, por evidente coquetería masculina)  y sobre todo, si así les parece, también mi entorno cotidiano a través de las imágenes verbales: las bodegas, tabernas, los cafés: esos que pretenden -¿Cómo ultima salvación?-  estar fuera del tiempo y, lo que en realidad están es fuera de la corriente del mundo, como varados en la más absoluta intemperie de la nada…, en un verdadero desconcierto estético-existencial.
Todo el mundo sabe o sabemos que, un entorno concreto, individual e íntimo, y en la medida que se puede contar,  es algo único por obvio y sencillo que sea en principio; es algo que viene de los bajo relieves de la memoria visual/emocional y por tanto, de lo no repetido, por sencillo y poco relevante que éste entorno sea.
.
 Pero la idea, y como uno ya empieza a autoconocerse algo, es quizá, y sobre todo –permítaseme la sincera impertinencia-,  no ser “amable” cuando a uno no le apetece y, sobre todo, cuando no es, además, ni siquiera mínimamente ético.  La idea… lo básico (casi hasta sobraría el decirlo)  es el no recalar en las inquietantes aguas de esa socializante amabilidad que normalmente el personal se autoimpone, porque sencillamente es lo correcto, lo tierno y, no sólo lo que no hiere –ni de lejos- a gente tan delicada, sino para no levantar ni la más mínima sospecha de nada, por nada y hacia nada. No podemos ser “sospechosos”; es decir, tenemos la  libertad, como es sabido, de practicar nuestra propia autocensura, algo que es sumamente cotidiano y dramáticamente admitido, ya como algo normal, en nuestra sociedad.
Escúchese, o léase, así por un momento, en frío y en solitario, lo desagradable y hasta obsceno que puede resultar el término.  Vean:

                                                        Autocensura

¿Qué tal?  ¿Cómo queda? ¿Mal?  Pues adviértase que ni siquiera se ha escrito en mayúsculas.
Uno, sobre todo, ha paseado, seguramente como usted, o como tú –permítaseme el grafismo- por casi todos los caminos de este mundo que, en esencia, pienso, son los caminos de la observación humana.  Uno ha visto miradas y por supuesto, faltaría, le han visto/penetrado a él también.  Uno, simplemente por sentido de ligereza (que no es otra cosa, no confundamos, más que un sentido primario de “ética” –quizá- extemporánea)  va dejando lastre aquí y allá como en un desordenado orden vagamente calculado y consciente.  Vamos,  algo así como para respirar mejor.  Sólo eso, sin más altruismo.
La mezquindad invasiva, el exceso de luz apócrifa o el simple desbordamiento de los ríos del pensamiento en la noche infinita, es, esencialmente, lo que hay que digerir o mínimamente ordenar para poder cruzar, a la mañana siguiente, al otro lado del río.
Obviamente, en el puente que cruza el río nos encontraremos todos en una u otra dirección.  No obstante, sigue aterrando la posibilidad real que existe de caerse desde el puente.  La sequía ya viene de décadas, sí, pero lo cierto es que ahora no se sabe de dónde viene tanta agua, tan embarrada y tan fétida (perdón).
Múltiples flecos se han quedado entre líneas, pero no es momento de extenderse más.  Sólo envío un caluroso saludo a través de no sé qué vientos a quién esto pueda leer.  Gracias.

                                                                                           
Guillermo Cabal  Jover

No hay comentarios:

Publicar un comentario